La Longaniza de Aragón encierra en su elaboración uno de los secretos mejor guardados de nuestra gastronomía es el emblema indiscutible de la gran variedad de embutidos que se elaboran en la región. En la gastronomía tradicional aragonesa, los embutidos y derivados del cerdo forman una larga lista, pero en ella la longaniza de aragón siempre ha ocupado un puesto puntero y en las tradicionales matacías caseras se le dedicaban las mejores carnes y un especial cuidado.
Como antiguamente, cada casa tenía su receta para elaborar sus propios embutidos y en cada casa se le daba un toque de sabor distinto, en la actualidad cada obrador le da un toque distinto compitiendo por encontrar el punto de sabor que agrade más a sus clientes, por eso se dice que hay tantas Longanizas de Aragón como fabricantes la elaboran.
Es un embutido compuesto por el intestino de cerdo relleno de una mezcla de carne picada condimentada con especias. Puede comerse cruda (una vez que se ha dejado curar, es decir, secar al aire durante varios meses), o bien se puede cocinar si es fresca de muy diversas formas: a la brasa, fritas, combinadas con otros productos, etc.
La longaniza de Aragón
Debe de estár compuesta por carne de cerdo bien picada (La longaniza de Aragón ha de tener como mínimo el 70% de magro y panceta, un 30% como máximo de papada o tocino), algo de pimienta, sal, ajo, vinagre, orégano, nuez moscada, tomillo, anís o vino rancio, clavo y otras especias naturales, estas pueden variar según las tradiciones o el gusto del consumidor. La longaniza elaborada en Aragón ha de tener como mínimo entre 20 y 70 cm de largura, con forma de herradura y embutida en tripa natural de cerdo.
Por su cuidada calidad final la longaniza aragonesa es un embutido muy apreciado por los gourmets frente a otros productos similares.